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Quitarnos el disfraz financiero

2 de noviembre de 2025 por
FABIAN DECKER ULLOA

Uno de los mayores errores financieros es gastar para aparentar. Comprar para encajar, para impresionar o para sostener una imagen que no refleja nuestra realidad. Son “disfraces” que parecen inofensivos, pero terminan afectando nuestro presupuesto, nuestro ahorro y nuestra paz mental.

Es como si en la vida adulta fuera Halloween todos los días, pero con máscaras financieras; esconden problemas, retrasan decisiones, buscando sostener una imagen que no es sostenible.

Es duro de admitirlo, el endeudamiento permanente solo para mantener la imagen de un estilo de vida que no se puede pagar y aparentando una prosperidad que no existe, son disfraces que salen caros.

Que si el presupuesto no cuadra por “los gastos imprevistos”, cuando en verdad se desordena porque no lo seguimos. La autenticidad empieza siendo conscientes de nuestros hábitos financieros.

Es como para los impuntuales que utilizan la máscara del “estoy en la esquina” cuando recién van saliendo:

  • “Estoy al día”, cuando ya debe tres cuotas.
  • “Solo uso la tarjeta para emergencias”, cuando la usa para todo.
  • “Puedo manejarlo”, cuando el pago mínimo ya se volvió costumbre.

Tapar la verdad no cambia los hechos, agrava las consecuencias.

La máscara del orgullo aparece cuando nos cuesta reconocer que a veces compramos por presión, nos endeudamos por impulso o hacemos gastos que sabemos que no podemos sostener. Ser sinceros con estas situaciones no nos disminuye; al contrario, nos libera. Cuando dejamos de justificar y asumimos con serenidad la responsabilidad de nuestras decisiones financieras, inicia realmente el camino de recuperación y orden.

Hay una generación que nos observa, hijos, sobrinos, estudiantes, jóvenes que aprenden más de lo que hacemos que de lo que decimos. Si nos ven transparentes, aprenderán a vivir con verdad.

No se trata que seamos perfectos pero sí transparentes:

  • Si nos retrasamos, pedimos disculpas.
  • Si llegaremos tarde, avisamos la verdad.
  • Si nos equivocamos, lo aceptamos.
  • Si tenemos algo que no es nuestro, lo devolvemos.
  • Si gastamos mal, lo reconocemos.
  • Si debemos reorganizar nuestras finanzas, lo hacemos sin vergüenza.
En un mundo obsesionado con la apariencia, la autenticidad es una forma de riqueza. Y como toda buena inversión, sus frutos llegan con el tiempo; tranquilidad, respeto, credibilidad y un futuro financiero sano.

Quitarnos el disfraz y aprender a vivir, manejando el dinero con coherencia.

 Con gratitud y dedicación.

FD