Ir al contenido

Herencias. El verdadero legado es la familia unida

20 de septiembre de 2025 por
FABIAN DECKER ULLOA

Hablar de herencias y sucesiones no es un tema fácil. En muchas familias es casi un tabú, como si al mencionarlo se abriera la puerta a conflictos o se atrajera la idea de la muerte. Sin embargo, la forma en que se maneja este asunto puede marcar la diferencia entre preservar la unidad familiar o dejar heridas que duran generaciones.

En mi experiencia he visto realidades distintas:

  1. Familias que ya pasaron por un proceso de sucesión y lo hicieron de manera admirable: planificaron con claridad, conversaron con apertura y lograron que la transición de bienes fuera ordenada y sin sobresaltos.
  2. También he conocido otras que nunca hablan del tema porque sienten que “entre nosotros no habrá problema” pero al no dejar nada establecido viven con el elefante en la habitación, un asunto evidente, cargado de riesgos que todos prefieren evitar, pero al no dejar nada establecido viven con una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento. 
  3. Y he visto, tristemente, el otro extremo; hermanos que terminaron enfrentados en tribunales, desgastando no solo su patrimonio, sino los lazos familiares, hasta el punto en que los padres —que ya no están— difícilmente habrían imaginado un desenlace tan doloroso.

El dinero y los bienes materiales son importantes, pero el verdadero legado está en los valores y en la educación que damos a los hijos. Enseñarles a manejar el dinero con responsabilidad, a respetar acuerdos, a dialogar frente a los conflictos y a entender que una herencia no es una lotería sino una responsabilidad, vale más que cualquier testamento. 

De nada sirve dejar un patrimonio sólido si no dejamos también la preparación para administrarlo.

Hablar de sucesión no es solo cuestión de abogados y papeles, es un acto de amor y de responsabilidad. Significa pensar en cómo queremos que la familia siga unida, cómo queremos que el esfuerzo de toda una vida no se pierda en malos entendidos y cómo podemos dar a nuestros hijos la tranquilidad de que todo está en orden.

Mi invitación es simple, hablemos de estos temas en casa, sin miedo y sin postergarlos. Planificar, dialogar y educar es mucho más que repartir bienes; es asegurarnos de que el legado más importante, la unión familiar, no se rompa cuando ya no estemos presentes.

Con gratitud y dedicación

FD